Los Vecinos II. Recuerdos {Blogs colaboradores}

¡Buenas noches!

Hoy he vuelto a casa tardísimo y con lluvia y un pan mojado, pero el finde estuve vaga y no preparé entrada así que no me queda más remedio que hacerlo ahora. Porque hoy es el último día de esta semana para subir el segundo capítulo de blogs colaboradores. Y debido a las clases lo he dejado para el último momento. Sí, soy vaga.
Pero bueno, aquí está y espero que los siguientes se publiquen antes. Si queréis leer el capítulo anterior está aquí. ¿Qué os va pareciendo la historia de momento?



La víspera de Halloween, Lauren, por una vez en su vida, no estaba pensando en su disfraz ni ultimando los detalles. No es que hubiera hecho ya todo el trabajo con su traje, pues desde que había decidido vestirse como una azteca había estado investigando sobre el colorido clásico, los accesorios y la posición de la mujer en aquella cultura. Por suerte tenía a su hermana para ayudarle con el traje. Por desgracia exigía muchas horas pegando plumas, y aún así no había acabado.
 Pero, sin embargo, aquella mañana no estaba pegando plumas. Ni estaba mirando las noticias. Estaba viendo a Dana revolver toda la cocina, que había convertido en su centro de investigación, cargado de papeles, libros por el suelo, y el portátil y su tablet en la mesa central de la habitación.
Lauren inclinó la cabeza.
- ¿Sabes? Mamá solía llamarte Tas, porque cuando te ponías a investigar y dar vueltas a la cocina parecías el dibujo animado- Comentó, esbozando una sonrisa nostálgica. Su madre había muerto el año pasado debido al cáncer, y en ese momento y para superar la pérdida, Lauren y Dana habían vuelto a vivir juntas.- Ahora lo veo.
Dana no dijo nada. Ni siquiera alzó la vista para mirar a su hermana. En el fondo, Lauren era exactamente igual cuando se trataba de redactar una noticia. Sin tantos papeles, pero su atención se volvía única a su trabajo. Una vez Dana casi quemó la pizza y, con ello, la cocina, pero Lauren no fue consciente de ello y ni siquiera escuchó la alarma de incendios. Con un suspiro, Lauren se las apañó para llegar al lado de su hermana mayor y mirar a la pantalla.
Por lo que pudo ver, estaba investigando las criaturas del libro que había encontrado. Sin embargo, no veía lo que a ella parecía preocuparle tanto.
Dana fue a coger la taza de café al lado del ordenador, y al girar la cabeza por fin reparó en su hermana, soltando un suspiro cansado mientras bebía el contenido, ya frío, de la taza. Lauren frunció el ceño.
- ¿Cuánto tiempo llevas despierta?
- ¿Qué día es?
Lauren bufó, cerrando la tapa del ordenador de su hermana.
- Ve a dormir un rato. Recojo todo esto y acabo nuestros disfraces. Y luego me cuentas que es lo que pasa por esa cabecita tuya.

La señora Posada sacó una segunda hornada de pan del horno, dejando que enfriara en una rejilla sobre la ventana. Al alzar la vista pudo ver a Lauren arrastrar a su hermana por las escaleras, cargando con un montón de plumas de su disfraz en un saco. Sonrió, les había aconsejado un poco con los colores. A fin de cuentas, ella había visto cómo eran las coronas en la realidad.
Un ligero temblor la distrajo, y volvió la vista a su marido, que subía del sótano con una capa de polvo a sus hombros. Catrina apretó los labios.
- ¿Un día duro?
El hombre no respondió, pero se veía en su mirada, verde como el ácido, que no estaba de humor para tonterías.
- Esa niña no deja de pensar en lo que ha despertado. Y eso no es bueno.- Murmuró, sacudiéndose el polvo de los hombros.
- Vamos, no será para tanto. Simplemente los muertos saben que se acerca su día, y están algo más nerviosos que de costumbre. Iré a ultimar los preparativos, pronto ambos mundos se solaparán.
- Y los olvidados serán recordados…- Murmuró el señor Posada, subiendo a su habitación con los hombros caídos.
- ¿Dijiste algo, cielo?
Pero no obtuvo respuesta.

A la tarde, tras unas horas de sueño, Dana parecía tener las ideas más claras. Le mostró a su hermana una serie de grabados.
- Por lo que sabemos de la cultura azteca, los dioses solían ser fríos y despiadados, y los humanos los mantenían a raya con sacrificios, incluso con sacrificios humanos. ¿verdad?- Lauren asintió, claro que sabía aquello. Viendo que Dana parecía seguir la línea de su pensamiento, Dana siguió.- Y por lo tanto, los humanos no se atrevían a causar la ira de un dios. Entiendo que las criaturas de esta historia, creídas dioses, pudieran ser olvidadas por causas naturales, pero me puse a mirar y…- Mostró una serie de grabados a su hermana en el ordenador, señalando los de una criatura con colmillos de jabalí, dientes afilados y mirada rubí.- Fíjate, mira el grabado. Lo han intentado romper y arañar, -pasó de archivo en el ordenador- han roto tapices…-y por último, mostró un grabado quemado.- Han ido a extremos que no habíamos visto nunca.
- ¿Cómo no sabes que fue cosa de los colonizadores?- Preguntó Lauren, aun sabiendo que su hermana ya se habría hecho aquella pregunta.
- Eso me pregunté yo también- Lauren contuvo aquella sonrisa de saber lo que la mente de su hermana pensaba, dejando que continuara hablando.- En primer lugar, porque los colombinos dañaron todo, y no solo a una criatura. Y lo segundo, por las herramientas que se usaron. Los restos de hierro en las hendiduras datan el arma siglos antes de la llegada de colón.
- ¿Y por qué te preocupa tanto? Simplemente era una leyenda.
- Pero para ellos no era así- Replicó Dana, mirando a su hermana algo ofendida por el comentario- Ellos vivían por y para sus dioses. ¿Y cómo se atreverían a hacer algo así? Ni con el temor más absoluto habrían roto el culto a una criatura así.
Algo desconcertada por la importancia que le estaba dando Dana a todo el asunto, Lauren miró la pantalla y los datos con más interés.
- ¿Y qué es lo que crees?
Dana suspiró.
- Me vas a llamar inocente.
- ¿Quieres que te recuerde que creí que Colón usó un caleidoscopio para encontrar América?
- Pero eso es porque eras pequeña.- Murmuró Dana, aunque esbozó una sonrisa- ¿Sigues guardando el caleidoscopio de cuando nos disfrazamos de colón en Halloween?
Lauren asintió.
- Claro, como para no. Además tiene unos colores muy bonitos.- Su sonrisa se amustió un poco, mirando sus manos- Y me lo regaló mamá.
Dana posó una mano en la espalda de su hermana.
- La cosa es que creo que los aztecas quisieron olvidar a su dios. Quisieron deshacerse de todo rastro de él, porque dejó de ser una criatura que pudieran apaciguar. ¿Y si lo hemos traído a la vida con el recuerdo? Tenían mucho miedo al olvido, como la mayoría de culturas, y olvidar a un dios podría tener el mismo efecto.
- ¿De verdad crees que por hablar del tipo este, -preguntó Lauren, señalando los grabados del ordenador- vamos a traerlo a la vida y causar desgracias? ¿No crees que está ya más que muerto?
- Bueno, pero es un dios, tal vez solo está dormido…
- Dana, sé que los aztecas fueron una cultura muy poderosa y que tal vez sí que existió algún dios hace tiempo.- Murmuró Lauren, levantándose y estirándose con cuidado.- Y sé que tal vez no sea tanta tontería creer que estos dioses existieron. Pero si el olvido de verdad los hace morir, y teniendo en cuenta el tiempo que estuvieron en las sombras, no hay nada de qué preocuparse. Solo estamos tú y yo pensando en ello. Y puede que, con suerte, algún otro loco fanático como tú. Dudo que el dios tenga fuerza suficiente para resurgir y destruir la tierra.
- ¿Cómo puedes saberlo?
- Vamos Dana, eres científica. Hay tantas pruebas a favor de tu teoría como en contra. No las hay. Estamos especulando.- Dijo Lauren, intentando animar a su hermana.- No has hecho nada malo al descubrir algo. Has traído un pedazo de cultura a la vida. Y ya, no hay más.- Se puso en pie- Ahora vamos a acabar la corona de plumas, o seremos solo medio-aztecas cuando mañana vayamos de casa en casa.
- ¿No eres un poco mayor para eso?
- Pero es que la señora posada hace unos dulces riquísimos.- Mientras subían a la zona donde tenían el disfraz a medio terminar, Lauren recordó algo.- Oye, a riesgo de despertar a este dios supremo…-Esbozó una sonrisa- ¿Cómo se llamaba?
Aunque con reticencia, Dana suspiró y habló.
- Chalmecatecuchtli.

Bajo la casa de la familia Posada quedaba una de las pocas puertas que todavía conectaban el mundo de los muertos con el de los vivos. Un gran caimán guardaba la entrada, dejando solo el paso de sus jefes al interior. Primero, estaba la tierra de los recordados, aquellas criaturas que, de una forma u otra, seguían siendo recordadas por su familia, o por el público general. Era el reino donde gobernaba la señora posada. Más abajo, la zona cubierta de polvo, muerte y olvido, era el reino en el que su marido, Xibalba, gobernaba. Sus humanos no merecían respeto alguno, y así los trataba él.
Sin embargo, no solo había humanos ahí abajo. Muchos dioses casi olvidados, seres de leyenda, habían seguido el mismo rastro. Ya no se les ofrecía culto ni sacrificio, y el silencio del olvido estaba consumiéndoles.
Eso pasaba con una criatura de piedra, de dientes afilados y colmillos de jabalí.
Que, sin embargo, abrió sus ojos rubí al mundo una última vez.

Comentarios

  1. Bueno, veo que no soy la única atrasada, estoy haciendo un cursillo intensivo de posgrado por Internet, y sólo pude rehacer toda la planificación y escribir a mano el primer capítulo. Espero poder ponerme pronto al día, pero me esperan días agitados como el de hoy D:

    En cuanto tenga un rato me leo los dos capítulos, saludos!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario