Otra cosa que se me da bien {Relato Corto}

¡Buenos y fríos días!
Estoy agotada y eso que acabo de volver de un puente. La verdad es que ayer me pasó de nuevo lo de no poder conciliar el sueño bien, así que me puse Welcome To Night Vale para dormir. No sé si os suena, es un podcast inglés con temática sobrenatural y con un narrador con una voz muy suave. Os lo recomiendo tanto por divertido como por su habilidad para dejarme grogui.
Hoy os dejo con un nuevo capítulo de Daphne y su pasado. Sí. La cita. Os dejo por aquí el capítulo anterior para que no os perdáis nada. Y ya sabéis, esta entrada participa en la Iniciativa Dioses del Olimpo dando puntos a Hermes.
Por cierto, he vuelto a la revisión de Lhanda. Ya voy por el capítulo 15 de 30. Ya solo me queda reescribir.




Intentar confiar puede ser lo últimpo que haga un mestizo. Se presentan buenas oportunidades, muy buenas, perosiempre hay gato encerrado. Es como si la bondad no existiera, como si todo aquello que pudiera llegar a considerarse bueno, todo lo que acabe siendo positivo para un mestizo estuviera íntimamente vinculado con una amenaza de muerte.
Eso pensaba yo mientras me vestía para quedar con Ian.
Había elegido un vestido bonito pero informal, florido y con un tono rosa pálido. Por suerte el verano parecía no querer irse y podía seguir vistiendolo, porque era uno de mis favoritos. Y no solo porque me hiciera unas tetas de impresión, que también.
Mientras me maquillaba, la puerta se abrió, entrando Lauren. Me había costado, pero al fin sabia su nombre. Mi compañera se hizo una coleta nada más entrar, apartando su cabello rubio de la cara. Al verme, saludó con una sonrisa.
- Hay un chico fuera mirando el reloj cada 5 segundos. Creo que tu cita está impaciente.
- Ha llegado pronto- Comenté yo, mirando el reflejo del reloj a través del espejo. Al dejar el pincel del colorete observé el pasador de pelo con forma de sirena que tenía en el neceser. Era una aguja afilada, de bronce celestial. Un arma fina para emergencias. Nadie reparaba nunca en el método con el que me sostenía el pelo hasta que era demasiado tarde.
Fue un arrebato, me pongo a pensarlo y no sé cómo se me ocurrió, pero me hice un moño suelto con ella, procurando que la sirena quedara a la vista. No podía evitarlo, necesitaba saber si Ian era mortal, si no era una trampa. Necesitaba saber que podía confiar en él.
- Bueno, ya estoy.- Dije, saliendo del baño mientras me colocaba unos pendientes.- No me esperes despierta y no me hagas spoiler de las series que veas.
- Si quieres te spoileo cómo acabará la noche- Le lancé un cojín, tal vez demasiado fuerte o tal vez fue una exagerada, pero mientras cerraba la puerta lloriqueaba y me profería amenazas.- ¡Te voy a pinchar los condones! - Fue su último grito, tan elevado que se escuchó en el pasillo.
Ian alzó la vista, entre sonrojado y divertido. Yo aguanté la respiración, sonrojada, mientras veía cómo reaccionar ante eso. Sacudí la cabeza.
- No le hagas caso.
- Tranquila, yo también tengo.- Me sonrió. Inspiré hondo, conteniendo la vergüenza.
- Tengo ya el trabajo acabado justo aquí.- Dije, cambiando de tema. Hundí la cabeza en mi bolso para sacar los folios encuadernados, aprovechando el momento para serenarme. Es un poco triste, pero era mi primera cita. El campamento no es precisamente el mejor lugar para tener relaciones duraderas. Tu pareja puede no volver.
- Vaya, qué recogedor tan bonito.
Sonreí, tendiéndole los apuntes con una mano mientras me quitaba el pincho. Lo desplacé con gracilidad en mi mano y fingí un tropiezo para lanzarlo directamente a un costado del cuerpo de Ian, que se sobresaltó y procuró esquivarlo. Sin embargo la aguja lo atravesó sin problema, como si no fuera más que un espejismo. Ian creyó que en realidad había pasado por su lado, pero yo había visto lo que quería ver.
- ¡Perdona!- Dije, casi sollozando. En realidad me acababa de quitar un peso de encima. Corrí a coger la aguja y volver a colocarla.- Mejor te la enseño desde aquí, es una sirena.
- Es cierto, eres una friki de la mitología.
- Algún día me gustaría conocer tus frikismos, solo para meterme contigo.- Bromeé, dándole un suave codazo. Caminábamos casi sin distancia entre ambos, recorriendo los pasillos de la universidad como si el caos alrededor nuestro no existiera.- ¿Y dónde vamos a comer?
- A Tutti.
Arqueé una ceja, Tutti era un restaurante italiano. No muy caro, pero un italiano. Italiano. Creo que no lo entendéis. No tengo mucha idea de salir, pero, ¿italiano? Sonaba a cita, a cita muy formal. A demasiado formal.
A demasiado formal para una primera cita. A demasiado formal para una primera primera cita. Ahogué un chillido mezcla de emoción y de nerviosismo mientras avanzábamos hacia el restaurante.
- Bueno, me gustaría igualar un poco las cosas, Ian Camplight.- Dije, intentando no pensar en la cita que se avecinaba.- Sabes mucho de mí, cuéntame algo sobre ti.
- No sé, mi vida no es tan emocionante. No escalo paredes ni hago cosas así.
- Pero estás en la universidad de Pasadena de física cuántica. Algo bueno tendrás.
- Estudio mucho. ¿Y tú?
“Colé mi nombre en el archivo” Quise decirle, quise explicarle que no tenía expediente de notas y que había falsificado todo el expediente para estudiar en la mejor universidad. Quería explicarle que era brillante y se me daba bien, pero que un campamento y miles de monstruos me habían impedido sacar mis notas como una persona normal. Quise explicarle que era una mestiza. Pero claramente no podía.
- No sé, ¿tú qué crees? No tengo una beca de deportes, aunque pueda parecerlo. Saqué buenas notas en Michigan, y logré ser aceptada aquí.
- Vaya, es un gran cambio.
- No te haces a la idea.- Sonreí.- ¿Vives aquí?
- Qué va. Vivo en casa de mi tío. Mis padres son de Arizona. No está tan lejos pero es un buen viaje.
- ¿Y estáis solos tu tío y tu?
- Bueno, y mi tía y el pequeño que está en camino.
- Oh, qué monada.
- Seguramente sea el padrino.
- ¿Se te dan bien los niños?- En ese momento estaba intentando ignorar la parte de mi cabeza que me decía que podía ser un buen padre, mordiéndome el labio inferior y solo centrada en su perfil. Él me sonrió.
- Sí, bueno, siempre me ha gustado jugar con ellos y cuidarlos cuando son más pequeños. Lo malo es que tendré que buscarme la vida cuando crezca, porque dudo que puedan mantenerme teniendo al churumbel, y mis padres tampoco están para traerme dinero.
Fruncí el ceño. Yo no tenía problemas de dinero. Vamos, y aunque los tuviera, mi padre era el dios de los dedos largos, los prejuicios no venían conmigo. Intentando animar el tema, le di un codazo.
- Tranquilo, que a la cena invito yo.- Sonreí, adentrándome en el recinto. El cálido olor de la pizza y la pasta fresca nos envolvió, y fue como transportarse a italia en un instante. El camarero nos indicó una mesa interior, pegada a una pared. Dejé mi chaqueta en una esquina de la silla y me senté frente a él.- A fin de cuentas, te debo una, por mucho que me hayas acorralado para esto.
- ¿Te molesta?
Negué, me importaba muy poco estar en esa cita con él. Estaba nerviosa por la idea, pero al mismo tiempo impaciente. Y creo que me latía tanto el corazón que cualquiera podría haberse dado cuenta. Aproveché que nos traían la carta para esconder la mirada tras los menús, intentando serenarme. ¿Sabéis eso de haberte enfrentado a una Furia y no poder soportar la mirada de un chico? ¿no? Joder, pues qué suerte. Porque a mí me estaba pasando y era horrible. Ojalá pudiera, pero solo de pensar en lo que podía ocurrir si la cita me iba bien, y tenía mariposas en el estómago. Es tan cliché.
Tras pedir (tiempo que se me pasó escondida tras la carta y procurando no alzar la vista), no tuve más remedio que volver a enfrentarme a sus ojos y a sonreír como boba. Ian también me sonrió, y estuvimos en silencio hasta que trajeron la pasta para ambos.
- ¿Qué tal tus raviolis?- Pregunté, enrollando mis tallarines.
- Muy ricos, la salsa es muy fuerte y… buf. Ya verás.- Antes de poder darme cuenta me estaba tendiendo su tenedor con un par pinchados.- Abre la boca.
- No, ni de coña.- Noté que se me subían los colores, extendiendo la mano para coger el tenedor. Alzó la mano para evitarme y yo fruncí el ceño.- Iaaaan
- Déjame.
Bufé, pero cedí y abrí la boca. Esperaba sentirme rara, incómoda con él, pero fue natural y mágico. Y creedme, sé lo suficiente sobre magia como para distinguirlo. Saboreé la pasta como si fuera ambrosía, creyendo por un segundo que lo era y que Ian ardería por tomarla.
- Te lo cambio.- Dije, medio en broma medio en serio, intentando robarle su plato de pasta marrón. Ian rió, negando, aunque al final logré ir robándole poco a poco raviolis a cambio de mis tallarines con setas. Cuando hubimos terminado estábamos casi llenos, pero el camarero nos habló de tiramisú casero y yo puse ojitos.
- ¿Quieres compartirlo?- Asentí.- Un tiramisú y dos cucharas.- Pidió, el camarero nos sonrió.
- ¿Saben? Si quieren se lo llevo a la terraza superior. Es más íntima.
Mi primer arrebato fue de negar. Pero luego recordé el día en la cafetería con Ian, contándole mi aventura, y lo divertido que había sido. Me apetecía algo así. No tan separados por una mesa, sino algo más personal. Interrumpí a Ian diciendo que se equivocaba y me levanté.
- Claro, vamos.
Se quedó bloqueado. Más o menos como llevaba yo toda la noche, cohibido y sonrojado. Me gustó el cambio de tornas, tomándole de la muñeca para levantarlo.
-Cóbranos de aquí, Thomas.- Le dije al camarero, con total confianza, tendiéndole mi tarjeta de crédito- Y añádete la propina.- Él me sonrió, asintiendo y guiándonos hacia la terraza superior. No había nadie, por lo que pudimos escoger el sito, sentados en un banco al borde del tejado.
La ciudad estaba completamente iluminada, impidiendo verse las estrellas. Se me hacía raro, en el campamento había llegado a conocer cada constelación, a guiarme por las estrellas. Sin ellas estaba perdida.
- Me sorprende que hayas querido venir.- Confesó Ian, quien procuraba mantener un margen de distancia prudencial.
- Lo bueno de estar aquí es que no ocupamos una mesa, podemos tomar el postre y estar tranquilos. Y me recuerda a la cafetería, el día que nos conocimos.
- Cuando escalaste la pared.- Sonrió, tal vez nostálgico. Sus ojos brillaron y vi que se humedecía los labios.- Me alegra haberte abierto la ventana.
- A mí también.- Reí con suavidad, jugando con mi pelo.- Si no seguramente Felicity me habría matado.
- Eres tan dramática.- bufó, alzando la vista. Thomas venía con el tiramisú, mi tarjeta de crédito y unas copas a las que invitaba la casa. Le agradecimos el gesto y volvimos a centrarnos el uno en el otro.- Me encanta.
Me sonrojé, y por suerte ahí arriba no se veía tanto. Humedecí mis labios y fui a por el tiramisú, aunque Ian ya lo tenía entre sus manos, y las dos cucharas.
- Cierra los ojos y abre la boca.
- ¿otra vez?
- Por favor.
Puse los ojos en blanco, pero obedecí. Ahí arriba, en medio de una ciudad poblada y donde podía pasar cualquier cosa, cerré los ojos y quedé indefensa, a merced de Ian. La idea podía haberme aterrado y seguramente tendría que haberme puesto alerta, tal vez solo por respirarme podía haberle partido en dos, pero respiré calmada y esperé a que me tendiera el tiramisú como había hecho con los raviolis.
Pero no lo hizo.
Me besó.
El beso me pilló por sorpresa. Abrí los ojos alarmada, aunque luego sentir la suavidad de sus labios, el regusto dulce del tiramisú que él sí había tomado y la calidez de su lengua me hizo ralentizar el pulso de mi corazón hasta que fui consciente de que me estaba besando. Sin embargo no me aparte, subí las manos por su cuerpo y las enredé en la cabellera castaña, profundizando el beso. Sonreí, algo nerviosa y sonrojada cuando me aparté.
- Guau.
- ¿También beso bien?- Adiviné. Parecía que era su muletilla cuando algo le impresionaba. Él asintió. Me mordí el labio inferior, muerta de vergüenza.- Exagerado.
- No en serio, parecía que me ibas a robar el aliento o algo.
- No, los alientos no son rentables, no merece la pena robarlos.- Bromeé, dándole un suave beso antes de comer el tiramisú con calma. Me rodeó con su brazo y nos pegamos el uno al otro, disfrutando con más calma del resto de la velada.
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Comentarios

  1. Qué hambre me ha entrado con la imagen xDDD
    Me encanta el nombre de Daphne y me encanta como escribes *-*
    Un besote! ^^

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    1. Jajaja a mí también, creo que el tiramisú tenía una pinta deliciosa.
      Me alegra que te guste Daphne jajaja. Seguro que seguís viendo cosas sobre ella pronto :D Habrá que volver a su futuro también jaja
      ¡Un besín!

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  2. "¡Te voy a pinchar los condones!" jajajajajaaja Casi me meo con la frasecita...XD
    Yo quiero un Ian por navidad, que ricuraaaaa. Definitivamente la cita ha sido todo un exitazo ;D
    Quiero saber como sigue, que nerviooos
    Un besoo
    Lena

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    1. A mí la idea me vino en clase y me hizo mucha gracia, además que me imagino a Lauren sin pelos en la lengua, diciendo burradas así a menudo.
      Sí, la cita ha sido un éxito :D Ahora que sigan disfrutando, espero.
      ¡Un besín!

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  3. ¿Estudian en CalTech? A ver si van a conocer a Sheldon, Leonard y demás... :-P
    Sigo siendo muy fan de Daphne. Me atrapan sus historias :-)
    Besicos!

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    1. Sí, buscando encontré que en física era la mejor universidad de EEUU. Sería gracioso un crossover entre ambos, que a Felicity le sustituya Sheldon o algo jajaja
      Me alegra que te gusten, Ramón. Espero subir más sobre ella pronto.
      ¡Un besín!

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    2. Sí que estaría gracioso ver al Dr. Cooper, jajajaja
      Lo que también molaría (a mi al menos) es un crossover entre tu blog y el mío... Ahí lo dejo... ;-P

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    3. No puedes dejar una idea tan jugosa ahí sin decirme qué tienes en mente jajaja La verdad es que nunca me lo había planteado, pero sin duda saldría algo curioso como mínimo! ;)
      ¡Un besín!

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  4. Hola Gema. Me alegro de visitar tu blog después de todo este tiempo, puesto que fui un mes a New York y no tenía nada de tiempo, jaja.
    Me alegra también que sigas escribiendo. Guardaré tu escrito para leerlo con calma.
    Por cierto, tengo un concurso abierto en mi blog y me ayudarías mucho si lo compartieras. Gracias por todo y saludos con Hermes :)

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