Sala de Espera ~Drabble~

 ¡Feliz día del padre! Os dejo un relato recién salido del horno, pero tan tan salido del horno que ni revisado está, ni foto promocional tiene. Lo acabo de escribir dejándome la piel de gallina y con lágrimas en los ojos, así que supongo que esté bien escrito. A saber lo que digo en unos días.
De todos modos yo hoy no confío en mí misma, mis hormonas me están jugando una mala pasada. Primero en clase me planteé la ligadura de trompas por cosas de estudiar ecología, y luego fuimos a dar una vuelta y ¡Dios! ¡Me enamoraba de cada niño que veía :3! Estoy enferma jaja.
Y bueno, sin más os dejo con este relato corto :)


Sala de espera

Feliz día del padre, Papi

-Buen día para dar a luz, ¿verdad?- Escuchó a una mujer mayor, sacándolo de sus ensimismamiento. El hombre alzó la cabeza, dejando de morderse las uñas, para mirar a su interlocutora. Tal vez esperaba a que su hija saliera del paritorio. Lo único que sabía era que ahí estaba, con una sonrisa sincera de las que solo la edad puede otorgarle, y tan buena intención que se sintió mal al sentir que su labio temblaba de nerviosismo.
La mujer volvió a mirarle, ahora con gesto preocupado. Tardó unos segundos en comprender que lo que ella había considerado expectación se trataba en realidad de una preocupación tal como el pobre nunca había llegado a vivir. Y la preocupación en un paritorio no era signo de alegría.
Sin pensárselo dos veces, la mujer se levantó, sentándose a su lado y pasando, con inseguridad, una mano por la espalda del hombre. Fue acariciándole con suavidad, intentando aliviar su presión a base de la fricción de la gruesa sudadera que llevaba. Inclinó la cabeza, viendo el rostro del hombre compungido por la tristeza.
- Es demasiado joven…- Logró susurrar.- No llega a los siete meses. ¿Cómo va a sobrevivir?
Un escalofrío recorrió el cuerpo de la mujer, quien no pudo evitar tragar saliva. Se quedó sin habla unos minutos, sin siquiera saber cómo aliviar el peso que llevaban los hombros de aquel joven. No se merecía estar pasando por algo así.
Pero… ¿Y qué podía decirle?
- Va a sobrevivir.- Logró decir, sin siquiera haber pedido a sus palabras escapar de su garganta. No era médico, no era quién para darle falsas esperanzas. ¿Cómo podía decirle que estaba bien? Sin embargo, su cuerpo le había exigido hablar, y había logrado que, durante unos segundos, el hombre alzase la vista, preguntándose cómo podía estar tan convencida.
Y ahí es cuando ella volvió a cerrar la boca. No estaba convencida. ¿qué iba a decir ahora?
Volvió a tragar saliva, ganando unos valiosos segundos para pensar. Pero, sin saber qué decir, suspiró y dejó que su cuerpo hablara con toda la sinceridad que era capaz de obtener.
- Es fuerte como su padre, que no se ha rendido. Y seguro que como su madre, seguro que escogiste a alguien para levantarte cuando no podías más.- Sonrió, incitando a su interlocutor a imitar el gesto, y se sintió aliviada al ver una ligera curva esbozarse en sus labios.- Será más difícil, es lo único que tiene que preocuparos.
- ¿Y si no?- El optimismo se desvaneció con la misma velocidad con la que había llegado, dejando paso a la realidad.- ¿Cómo podré mirar a mi mujer a la cara sin recordar el dolor?
La mayor pensó. No tenía palabras bonitas, ni siquiera en el fondo de su alma. Un tenso suspiro resonó en las paredes de la sala de espera, y volvió a mirarle.
- ¿La amas?
Aquello pareció pillar desprevenido al hombre, pero asintió con seguridad.
- Más que a mi mismo.
- Entonces lo superarás. No voy a mentirte, cielo, será duro. Seguramente os costará miraros a la cara sin llorar, a veces os echaréis la culpa, puede que ella podría haber estado sentada más tiempo, puede que podríais haber tomado precauciones… Pero con el tiempo esas preguntas dejarán de tener importancia. Volveréis a intentarlo, y seréis unos padres maravillosos.
Se hizo el silencio de nuevo. La mujer no se había dado cuenta, pero las lágrimas bajaban por sus mejillas. Lo notó al relamerse los labios y sentirlos salados, y un poco avergonzada, cogió su pañuelo para secarse. Le tendió uno también al hombre, el cual, riendo, se secó la cara.
- No te rindas por una piedra en el camino, querido.- Susurró, acariciando su espalda de nuevo. Tragó saliva en un vano intento de contener las lágrimas y sonrió, dejando que el silencio reinase en la sala.
Las puertas se abrieron diez tensos minutos después, y ambos alzaron la cabeza. La enfermera, mirando al joven, sonrió y le invitó a entrar.
-Enhorabuena, es un niño precioso.- Sonrió.
El hombre dejó escapar todo el aire de sus pulmones, dejó que se vaciaran y trató de aguantar ahí, en el vacío, asimilando la información. Inspiró de nuevo, con los ojos brillando por las lágrimas, y miró a la mujer que había aliviado su pesar, quien se secaba las lágrimas de los ojos.
- Feliz día del padre.

Comentarios

  1. Buenas! Solo quería pasarme para darte las gracias por tus comentarios :)) Y ya de paso leerme el relato, me ha encantado.

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    1. ¡Gracias Andi! De todos modos los comentarios creo que son lo mínimo tras haber leído algo tan bonito. De verdad, me encantan tus relatos y la forma en que los tratas ^^
      Y muchísimas gracias también por tu comentario, me alegra que te haya gustado.
      Un besín :)

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